
"Lo llevamos en la sangre": mujeres egipcias defienden la danza del vientre frente al estigma

En Egipto, una nueva generación de bailarinas se esfuerza para restaurar la imagen de la danza oriental, de moda en Occidente pero estigmatizada durante décadas en el país que la hizo famosa.
Este baile, de origen muy antiguo y que estuvo omnipresente en las películas de la época dorada del cine egipcio con artistas legendarias como Tahiya Carioca o Naima Akef, se ha visto arrinconado cada vez más a las discotecas y las bodas.
"Hoy en día, ninguna mujer puede ser bailarina de danza del vientre y seguir siendo respetada", se lamenta Safy Akef, de 33 años, profesora y sobrina nieta de Naima Akef.
A pesar de su experiencia y de su prestigiosa historia, Safy Akef nunca se ha subido a un escenario en Egipto: "Una vez terminado el espectáculo, el público no te respeta, te reduce a un objeto", explica a AFP.
En su opinión, este género se ha ido quedando en manos de bailarinas, muchas veces extranjeras, que actúan ligeras de ropa, lo que alimenta el rechazo moral en una sociedad cada vez más conservadora.
"Muchas veces me preguntan donde se puede ver danza oriental que respete realmente el arte", dice Safaa Saeed, de 32 años y profesora en una escuela de baile en El Cairo. "No sé qué contestar", afirma.
Saeed forma parte actualmente del movimiento impulsado por la coreógrafa Amie Sultan para incluir la danza oriental en el patrimonio inmaterial de la Unesco.
– "Alma" –
Amie Sultan, bailarina clásica reconvertida a la danza oriental, prefiere hablar de "danza baladi", de la palabra árabe "balad", que significa "patria".
"El baladi refleja el alma que tenemos", resume.
Pero, según ella, este tipo de danza se ha alejado mucho de sus orígenes para quedar reducido a "un entretenimiento superficial". Esta fractura es el resultado, dice, del puritanismo en Egipto y de la herencia colonial.
En el libro "Imperialismo y Heshk Beshk", la autora egipcia Shatha Yehia describe los orígenes milenarios de este arte y recuerda que el término "danza del vientre" es una invención del siglo XIX, impulsada por los colonizadores franceses.
Esta apelación, totalmente descriptiva, ha conllevado un sesgo exótico y connotativo, en Egipto y en todo el mundo.
"Heshk Beshk" --una onomatopeya de la lengua egipcia que evoca las ondulaciones de las caderas-- "no es sólo una etiqueta pegada a la bailarina", según su análisis. "Es la versión vernácula egipcia de la mujer fatal, una mujer destructiva que utiliza su cuerpo y su poder femenino para conseguir lo que quiere. No es sólo una imagen de vulgaridad o inmoralidad, es sinónimo de vicio y libertinaje", añade.
Esta visión "heshk beshk" es fruto tanto del imperialismo occidental como del conservadurismo de la sociedad local. Naima Akef fue un icono de la escena egipcia, hoy en día su sobrina nieta prefiere formar a las alumnas un poco a escondidas.
Para cambiar esta tendencia, Amie Sultan lanzó en 2022 el Instituto Taqseem, en alusión a las improvisaciones en la música árabe.
Desde entonces, decenas de mujeres han recibido una formación completa en el centro: técnica, teoría, historia y musicalidad. Siete antiguas alumnas se han convertido en profesoras.
Sultan también da conferencias en universidades con el objetivo de desmitificar el género.
En el Instituto Taqseem, mientras resuena una melodía de Oum Kalthoum, las bailarinas descalzas ondulan sus cuerpos al ritmo de la percusión.
"Lo llevamos en la sangre", dice Safaa Saeed.
R.Fournier--PS