
Los tibetanos enfrentan un futuro incierto en el 90º cumpleaños del dalái lama

Los tibetanos en el exilio celebran la próxima semana el 90º cumpleaños de su líder espiritual, el dalái lama, un hito ensombrecido por la incertidumbre sobre su eventual sucesión.
El dalái lama es el líder del budismo tibetano y es considerado por sus fieles como la 14ª reencarnación de este cargo que existe desde hace 600 años.
El dignatario vive exiliado en India desde 1959, cuando China aplastó un levantamiento en la capital tibetana, Lhasa, y en 1989 recibió el premio Nobel de la Paz.
Ahora, a punto de cumplir 90 años el 6 de julio, el dalái lama tiene que anunciar si tendrá un sucesor en medio de los temores de que China intente influenciar en el proceso.
Las celebraciones empezarán el lunes en McLeod Ganj, el pueblo indio en las pendientes del Himalaya donde vive el líder espiritual y está el gobierno tibetano en el exilio.
Pero todas las miradas están centradas en el discurso que el dalái lama dirigirá el miércoles a su comunidad.
Aunque no se filtró nada de su contenido, el líder budista afirma desde hace tiempo que va a aprovechar su cumpleaños para fijar las bases de lo que puede ocurrir con su cargo después de su deceso.
Nacido en 1935, a los 2 años se convirtió en líder espiritual y político de los tibetanos tras haber sido identificado, como manda la tradición, como la reencarnación de su predecesor. Recibió entonces el nombre de Tenzin Gyatso.
En 2011 entregó su autoridad política a un gobierno en el exilio elegido democráticamente entre 130.000 tibetanos y ya entonces afirmó que fijaría las reglas para su sucesión mientras estuviera física y mentalmente apto.
"La gente debe decidir si el ciclo de reencarnaciones tiene que continuar", afirmó.
- "Intereses políticos" -
Aunque él no descarta ser el último del linaje, una mayoría de tibetanos quiere mantener esa figura.
"Creo firmemente que la reencarnación del 14º dalái lama continuará", asegura a AFP Dawa Tashi, del Centro Tibetano para los Derechos Humanos y la Democracia, con sede en India.
"Esta esperanza no la comparten solo los tibetanos dentro y fuera de Tíbet, también miles de personas conectadas al dalái lama en todo el mundo", dice este hombre que estuvo encarcelado por criticar al gobierno chino.
Entre las dudas del actual líder destaca el "riesgo obvio de intereses políticos particulares para usar indebidamente el sistema de reencarnación".
Muchos tibetanos en el exilio temen que China nombre a un sucesor para reforzar su control sobre el Tíbet, una enorme meseta a gran altura con una superficie superior a Colombia.
El dalái lama ha afirmado que si hay un sucesor, procederá del "mundo libre".
Pekín defiende que el territorio es parte integral de China y asegura que el dalái lama "no tiene derecho a representar el pueblo tibetano".
El líder budista argumenta desde hace tiempo que no busca la independencia plena del Tíbet, sino mayor autonomía.
- Mantener la identidad -
Indistintamente de la decisión del dalái lama sobre su sucesión, "el movimiento por la libertad tiene que continuar", considera Kunga Tashi, un ingeniero de software tibetano de 23 años que vive en la ciudad india de Bangalore.
"El gobierno chino y también los tibetanos todavía equiparan al dalái lama con la lucha por la libertad", afirma. "Y es por esto que su reencarnación se observa como un punto de inflexión".
Reconocido globalmente por su túnica roja y su amplia sonrisa, el dalái lama vive una austera vida monacal en McLeod Ganj, conocido como la "Pequeña Lhasa".
Allí también tiene su sede el sikyong, el gobierno tibetano en el exilio. Su jefe Penpa Tsering dijo que los sabios budistas se reunirán con el dalái lama el 2 de julio, el mismo día en que el líder ofrecerá su mensaje al pueblo.
Thupten Jinpia, su traductor durante casi cuatro décadas, cree que "la continuidad de la institución persistirá" y que, cuando toque, "habrá un nuevo dalái lama".
El inevitable cambio provoca en algunes inquietudes sobre cómo se podrá mantener la identidad del pueblo tibetano después de generaciones en el exilio.
"Hoy, muchos jóvenes tibetanos priorizan el éxito personal a la lucha colectiva", lamenta Geshema Tenzin Kunsel, una monja de unos 50 años, del monasterio Dolma Ling, cerca de McLeod Ganj.
"En su ausencia, tengo miedo de cómo será nuestro futuro", admite.
No obstante, los tibetanos con quienes habló AFP aseguran que continuarán defendiendo su causa.
"Aunque no hemos conseguido todavía nuestro objetivo de regresar a un Tíbet libre, hemos llegado más lejos de lo que nadie podría haber imaginado", afirma Sonam Topgyal, estudiante universitario de 26 años en Nueva Delhi.
"Estoy convencido de que lograremos la transición", asegura.
J.Seguin--PS