
Kenia, un refugio precario para el colectivo LGBT+ de Uganda

Julie, una mujer transgénero, escapó de Uganda después de que su propia familia incendiara su casa. Pero sus esperanzas iniciales de encontrar un refugio en la vecina Kenia se desvanecen.
Este importante país de África Oriental se consideró durante muchos años un santuario para la comunidad LGBT+ de la región, especialmente para los ugandeses, amenazados por una de las leyes más duras del mundo contra este colectivo.
Pero los obstáculos y demoras en las solicitudes de asilo, las discriminaciones sociales todavía existentes y un proyecto de ley parecido al de Uganda ensombrecen el panorama para Julie y muchos otros en su situación.
En el caso de esta mujer de 32 años, cuyo apellido se esconde para garantizar su seguridad, fueron sus propios hermanos quienes "incitaron a los vecinos" a atacarla. "Fui agredida físicamente varias veces", explica a AFP.
Una noche, en abril de 2018, incendiaron su casa. "Por suerte, no estaba dormida y escapé por la puerta trasera", explica Julie.
Terminó en el campo de refugiados Kakuma de Kenia donde, al principio, experimentó "un sentimiento de pertenencia" entre cientos de solicitantes de asilo LGBT+. Pero siete años después, sigue esperando la resolución de su demanda.
Mientras tanto, la situación no ha hecho más que empeorar en su país natal.
En 2023 se aprobó la "ley antihomosexualidad", una de las más represivas del mundo, con condenas a cadena perpetua para las relaciones entre personas del mismo sexo y de pena de muerte para la "homosexualidad agravada".
Zuri fue una de sus víctimas. Esta mujer transgénero de 29 años se había erigido en una destacada activista por los derechos de la comunidad. Cuando se aprobó la ley, se convirtió en un objetivo.
"Era muy visible y ya no podía esconderme", explica Zuri, cuyo nombre fue modificado para este artículo.
Habla con AFP desde un refugio gestionado por un grupo de solicitantes de asilo queer en Nairobi, la capital de Kenia, que está escondido detrás de una alta verja verde y que acoge a una docena de personas, en su mayoría ugandesas.
"Me asaltaron en casa y casi me matan. Al día siguiente por la mañana, tuve que marchar", explica esta mujer con una gorra bien calada en la cabeza.
- "También puede ocurrir aquí" -
Pero el exilio es también difícil. Las relaciones homosexuales son ilegales y punibles con hasta 14 años de prisión en Kenia en virtud de unas leyes de la época colonial británica.
Y aunque estas raramente se aplican, la sociedad es mayoritariamente cristiana, conservadora y hostil al colectivo LGBT+.
El peligro ahora es que Kenia pueda seguir el mismo camino que la vecina Uganda.
La llamada Ley de Protección de la Familia podría ser debatida en el Parlamento keniano este mismo año. El texto propone penas de hasta 30 años de cárcel por mantener relaciones con personas del mismo sexo.
"Lo que ocurrió en Uganda también puede ocurrir aquí", advierte Zuri.
A ello se añaden otros problemas. Los recortes globales a la ayuda humanitaria internacional se han traducido en mayores dificultades de acceso a la sanidad. El refugio de Nairobi lleva dos meses sin poder pagar el alquiler, y se expone a una orden de expulsión.
La situación ha llevado a algunos a la desesperación.
La Coalición para los Refugiados de África Oriental documentó los casos de al menos 200 solicitantes de asilo LGBT que se marcharon a Sudán del Sur tras propagarse el rumor de que estaba respondiendo de forma rápida a los solicitudes y facilitando los traslados a países occidentales.
Algunos pagaron 1.000 dólares a traficantes de personas para llegar a Sudán del Sur, un país empobrecido y escenario de conflictos bélicos en los últimos años, apunta el director ejecutivo de esta oenegé, Craig Paris. Y al llegar allí, se encontraron con que la situación era peor que en Kenia.
"Quería irme a Europa para empezar mi vida de nuevo, pero no pudo ser", dice a AFP una de las víctimas, Jeremy.
Ante la situación, se volvió al campo de Kakuma en Kenia, con la diferencia de que ya no tenía el pase que le permitía desplazarse fuera de dicha instalación.
"Parece que no hay luz al final del túnel", lamenta.
- Años en el limbo -
Kenia fue elogiada por la ONU en 2021 como el único país de la región que concedía el asilo por motivos de discriminación basada en la orientación sexual o la identidad de género.
Pero el panorama cambió ese mismo año, cuando la gestión de los pedidos de asilo pasó de la ONU al gobierno keniano, que dejó de conceder refugio en base a se criterio, recuerda Craig Paris.
Entre tanto, el número de solicitantes ha aumentado a raíz de la ley ugandesa, añade Paris. Más de 4.000 ugandeses queer se encuentran ahora en Kenia, esperando una decisión sobre su estatus.
Muchos llevan años en el limbo, y a falta de tener el estatus de refugiados, no pueden alquilar un apartamento, ni trabajar ni abrir una cuenta bancaria.
Champagne, una mujer transgénero de 26 años, cuenta lo que le espetaron los funcionarios responsables de los pedidos de asilo en Kenia: "No te queremos aquí. Arrepiéntete. Y no vuelvas".
"Muchos se están cansando de verdad con todo este proceso. Y les vienen ganas de morir", dice Champagne.
L.Leduc--PS